Con una atrasada
postura acerca del fenómeno mundial que fue, es y será Millenium, un blog que
dice dedicarse a la cultura no puede dejar de tocar el tema. Y es que leer a
Stieg Larsson es adictivo. Genios literarios, de la altura de Vargas Llosa, dejan
en columnas y críticas a este autor sueco
por las nubes, quien fue víctima de la grandeza artística, después de morir. En
mi caso, comencé a hincarle el diente para
conocer un poco sobre aquella famosa detective con un perfil oscuro y pronto
comprendí que estaba frente a un trabajo de calidad y no mediático.
La
película, The Girl with the Dragon Tattoo, estrenada en 2011 popularizó la saga
para muchos de los que vivimos del otro lado del charco, pues claramente el
fenómeno ya estaba con muchos pasos adelantados allá en el viejo continente con
una trilogía sueca y la cual ya había sido presentada en el 2009. Un Daniel
Craig se quitó el traje de James Bond y tomo
el rol de un periodista que se ve envuelto en resolver el asesinato de una
joven heredera de un imperio millonario, desaparecida años atrás, y quien conocerá
a un personaje el cual ─a ojo de buen cubero─ será emblema del milenio (y sí,
juego con el nombre de la trilogía de larsson).Lisbeth Salander es una mente
brillante nacida en un mundo que no ama a
las mujeres (otra vez lo hice); mundo el cual moldea a una fina
investigadora, y porque no decirlo, violenta, desadaptada y con voluble
personalidad. Rooney Mara se lanzó al estrellato con su interpretación de
Lisbeth, alcanzando tanta seriedad con su papel que fue nominada a una
estatuilla. Por otra parte. Noomi Rapace y sus entregas no deben de dejarse de
lado, la actriz no tiene el mismo carisma que Rooney, pero encarna a la
detective con éxito y más apegada al carácter de salander. Sin embargo, no
podría demeritar a alguna de las dos intérpretes, cada quien se conectó con el
personaje sin restarle puntos. No es igual con Mikael Blomkvist, el cual si es la diferencia
en los dos filmes, cuando en una entrega su personalidad de la mano de Daniel
es enérgica, por otra parte, Mikael Nyqvist nos regaló a un tedioso y hasta
aburrido protagonista. Las dos películas dejan un buen sabor de boca. La única
falta en los dos casos es la explotación de fotografía de una ciudad tan poco
recorrida en la pantalla grande, Estocolmo.El área de oportunidad es tan
grande a nivel de edificios y calles, entre otras, que varias columnas tanto de
instituciones publicadas como privadas han tomado de referencia la novela para
incitar al turismo. Las películas no se deben tan fielmente a los libros, y lo
he dicho antes, pero todo lo ausente en el cruce del papel al cine será disfrutable
al leer y de descubrir cuando se deje enajenar por cavilaciones ficticias y
detectivescas, las cuales recuerdan mucho a un tal Sherlock Holmes.