Pelibro: Las raíces de los dioses.
Luis de reyes
@Unpoemaundia
Alguna
vez fue tendencia el interés por los pueblos indígenas de nuestro territorio
mexicano. Los intelectuales, académicos e investigadores voltearon su mirada y
sus esfuerzos a comunidades olvidadas e hicieron que muchas personas también
tomaran conciencia de éstas. El dedicar, por ejemplo, una mirada científica
social a ciertos entornos de dudosa civilización para algunos, es entonces una
manera realista y noble de retratar una sociedad desde sus raíces. Pues en todo
caso ¿De qué habla una civilización incapaz de reconocer la naturaleza de su
pasado, lejos de las figurillas que nos venden afuera de los museos, las cuales
regateamos sin miramientos?
Francisco
Rojas Gonzales formó parte de un grupo activo y conocido de referentes
nacionales quienes dejaran aportaciones culturales y sociales, que hasta
ahorita muchos logran reconocer por sus
obras, debido que formaron parte de lecturas de rigor en algunas escuelas en
los años ochenta y principios de los
noventas (y se rumora que aun anda rondando por algunas escuelas), cuando
todavía había un interés realista, de
fomentar la lectura. Este etnólogo originario de Guadalajara llevó a la
conciencia de muchos mexicanos de la época
(y que poco a poco son menos los enterados) los usos y costumbres de los pueblos
indígenas de una manera que combinaba la seriedad de la ciencia social y la
versatilidad de la herramienta literaria para enviar un mensaje, el cual
retrataba no solo las numerosas decadencias sino también las riquezas tangibles
e intangibles de un extracto social sometido a múltiples pruebas de
sobrevivencia impuestas por su acechador número uno: México. Y lo hizo con
maestría. Si alguien quisiera tener como referencia el estilo de trabajo pulido
de la observación étnica para pasarla al papel, a manera de cuento o novela, podría
limitarse a este maestro, quien fuera escritor y guionista.
Raíces
es una película basada en el cuento, del etnólogo antes mencionado, y la cual
no es digna de mencionar sólo por su ingeniosa adaptación al cine, pues también
cuenta con un detrás de cámaras que
envuelve el hecho de ser competitiva ante los monopolios de medios de
comunicación mexicanos, logrando dar batalla pese a su bajo presupuesto, y la
participación actoral de miembros de colectividades autóctonas retratadas en
las historias, dándole así un valor agregado. Los cuatro cuentos tomados para
el filme resumen la idea general de “El Diosero”, pero la lectura alcanza
sensibilidades que puedes saborear en situaciones únicas expresadas en la
narración. La producción de Benito Alazraki queda cual recomendación a
discreción, pues su inminente propensión al drama telenovelesco limita la explosión objetiva y artística que se pudo
haber alcanzado en esta obra. Por otra parte queda como invitación para el
cuento, que si alcanza un estatus de destreza para la posteridad.
Les dejo
las ligas del filme y el cuento.
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